Hay días que empiezan apurados, llenos de pendientes, ruido y pantallas. Y, sin embargo, bastan unos minutos de pausa para cambiar el tono de todo lo que viene después.
No se trata de grandes gestos ni rutinas perfectas. Se trata de rituales simples, de esos que nos devuelven a la calma y nos recuerdan que el tiempo también puede tener otro ritmo.
Antes de mirar el celular, inhalar profundo y pensar en tres cosas por las que estás agradecida hoy.
Pueden ser simples: el olor del café, un mensaje, tu casa, el sol que entra por la ventana.
Agradecer no cambia lo que pasa, pero sí cambia desde dónde lo vivimos.
Tomar un cuaderno, anotar pensamientos, sentimientos o lo que te gustaría para el día.
No hace falta que tenga forma o sentido; escribir a mano tiene algo terapéutico, como si el papel pudiera sostener lo que necesitamos soltar.
Es un ritual que ordena la mente y alivia el corazón.
Tomarte unos segundos para mirar alrededor.
El color del cielo, el movimiento de las hojas, el aroma del café.
La vida también pasa en esos pequeños detalles que solemos pasar por alto.
Hacer consciente lo cotidiano es una forma de agradecer lo simple.
Cerrar los ojos, abrir el alma
Cada pequeño ritual tiene el poder de transformar un día común en un día con sentido.
No hacen falta horas ni escenarios perfectos, solo presencia e intención.
💛 En Tinta y Papel creemos que los objetos que nos rodean pueden acompañar esos momentos.
Un cuaderno, una vela, una frase escrita a mano.
Todo puede ser parte de un ritual, si lo hacemos con el corazón.
Yo tengo mis propios rituales para conectar conmigo, ¿cuales son los tuyos?